"Desde el mediodía y hasta la media tarde toda la tierra quedó en oscuridad.
Como a las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza:
Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?"
Todo el sufrimiento humano lo sintió nuestro Señor por causa de nuestros pecados, por su deseo amoroso de liberarnos; Él tomó los pecados del mundo para sí mismo, en su propio cuerpo, Él se ofreció por amor profundo a toda la humanidad; éste VIERNES SANTO reconozcamos con profunda y reverente devoción y gratitud este gran sacrificio y digamos sinceramente, como lo dijeron los que estuvieron cerca de la crucifixión al contemplarlo:
¡Verdaderamente éste es el Hijo de Dios!
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