La providencia de nuestro Señor siempre es sorprendente, lo hace de maneras inesperadas y muchas veces de forma increíble; así es el poder de Dios. Pero, además de mostrar su poder infinito, ese poder siempre lo muestra con gran compasión y bondad; sus milagros también son el resultado de su infinito amor por todos nosotros. Hoy debemos reconocer que Cristo también ha obrado en nuestras vidas, multiplicando dones, dándonos regalos, muchas veces inmerecidos, hoy debemos reconocer que hemos recibido la bondad de su amor para nosotros y para los que amamos, seamos sincera y eternamente agradecidos por todo lo que Dios da cada día en la vida de los hombres y mujeres que confían en Él.
OREMOS
Oh Dios, protector de cuantos en ti confían, sin quien nada es fuerte, nada es santo: Multiplica en nosotros tu misericordia, a fin de que, bajo tu dirección y guía, nos sirvamos de los bienes temporales, de tal manera que no perdamos los eternos; por Jesucristo nuestro Señor que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.
Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén.