Introducción.- Espero que como siempre deben hacerlo, hayan leído una o dos veces el evangelio de manera reflexiva y en un momento de quietud.
REFLEXIÓN
Como saben, ya está cerca el final del año para la Iglesia, el próximo domingo celebraremos la fiesta de "Cristo Rey" y con ésta fiesta terminará el año; luego vendrá el Adviento, tiempo en el que nos preparamos para recordar y celebrar la natividad de nuestro Señor. Prácticamente ya ha pasado un año de celebraciones dominicales, de alimentarnos del Señor en su Santo Sacramento, de escuchar y alimentarnos de su Palabra, un año de vivencias y convivencias, un año en el que seguramente hemos tenido algunos logros para nuestro bien y el bien de los demás; pero sobre todo para el bien de Cristo y de su Iglesia. Nos toca ahora meditar respecto a las cosas que hemos logrado, a lo que no hemos podido realizar, a los progresos que hemos tenido, a la vida que hemos llevado...
En el evangelio de éste domingo encontramos a algunos de los discípulos del Señor que asombrados comentaban acerca de la belleza del templo de Jerusalén de aquel entonces, hablaban de sus adornos, y de su construcción magnifica; éstos siervos de Dios olvidaron en ese momento la hermosura más significativa que estaba a su lado: Cristo, nuestro Señor; olvidaron por un instante la verdadera belleza y la hermosura que sólo puede estar en las cosas espirituales, las cosas que tienen valor, las cosas que no se ven, pero que se pueden sentir, las cosas que no son perecederas. San Pablo explica en 2 Corintios 4:18 que las cosas que no se ven son las que permanecen para siempre mientras que las que se ven son pasajeras. Y como si el Señor les estuviera recordando las cosas importantes les dijo "en cuanto a todo lo que ustedes ven, llegará el día en que no quedará piedra sobre piedra".
Lo que está pasando en el evangelio, muchas veces nos pasa en la vida; nos asombran más las cosas materiales, edificios, construcciones, adornos, decoraciones, lujos, modernidad; cargos, poder, autoridad, todo aquello que asombra nuestros sentidos, siempre nos llaman la atención. Pero son las cosas que nos conmueven, que nos llenan de alegría y gozo las que deben llamar mucho más nuestra atención; debemos buscar siempre lo que verdaderamente se debe amar con el corazón, debemos buscar todo aquello que enriquece el Espíritu y llena el alma.
Tomemos las palabras de Jesús cuando nos dice "tengan cuidado, no se dejen engañar". Apreciados en Cristo fijemos nuestros ojos en lo que está más allá de nuestros sentidos, pongamos la mirada en Jesús que siempre está muy cerca de todos nosotros y busquemos la salvación y la vida eterna; que nuestro Señor nos recuerde cada día sus palabras amorosas al terminar el evangelio de hoy:
"Si se mantienen firmes, se salvarán"
Seamos participes de esa hermosa salvación.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
OREMOS
Bendito Señor, tú que inspiraste las Sagradas Escrituras para nuestra enseñanza: Concede que de tal manera las oigamos, las leamos, las consideremos, las aprendamos e interiormente las asimilemos, que podamos abrazar y siempre mantener la esperanza bendita de la vida eterna, que nos has dado en nuestro Salvador Jesucristo; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén
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