Nuestro Señor estaba orando, comunicándose con su Padre en el cielo. Podemos imaginar su devoción, su postura, su rostro y su amor al comunicarse con Dios, su Padre, nuestro Padre también. De qué forma lo estarían viendo orar sus discípulos, cómo les habría impactado su fe y su devoción que esperaron pacientemente hasta que termine para luego decirle:
"Señor, enséñanos a orar..."
Está claro que los discípulos también sentían y tenían esa necesidad, la necesidad de la oración pura, oportuna y sincera; de la oración que les permita estar en comunión con el creador de todo.
Hoy nosotros también debemos sentir esa necesidad constante de orar, de decirle a nuestro Señor que también nos enseñe a orar; hoy debemos sentir la necesidad profunda de pedir con fe y de recordar las mismas palabras de Cristo cuando nos dice:
"Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta.
Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre".
Con promesas tan maravillosas de parte de Cristo, nuestro Señor, podemos acercarnos confiados a Él, sabiendo que escuchará nuestra oración, sabiendo que nos dará, que atenderá nuestra profunda necesidad de Él y de su bondadoso amor.
Pidamos que el Espíritu Santo descienda sobre nosotros este y todos los días, que nos cubra con su poder de bondad, que nos haga hijos e hijas de Dios según su voluntad perfecta y que todo lo que esperamos venga del cielo para nosotros.
Un abrazo
OREMOS
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.
santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.
Que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos nosotros, hoy y siempre+ Amén.