El evangelio de hoy nos cuenta de setenta y dos hombres enviados por el Señor delante de Él, enviados a todos los lugares a donde Él mismo iría, eran como anunciadores de la llegada del Cristo Salvador, como hombres encargados de preparar el camino del Señor; éstos escogidos tenían dos encargos maravillosos (versículo 9): Sanar a los enfermos y anunciar que el reino de Dios está cerca.
Al leer detenidamente el evangelio encontramos que lo primero que hace nuestro Señor es advertir a sus enviados sobre la dificultad que encontrarían en su camino, les dijo claramente: "...miren que los envío como corderos en medio de lobos". Lo primero que les recuerda el Señor es que deben ir mansos, humildes y obedientes, como un corderito; no feroces, no violentos ni engañadores como los lobos. Mansos aún en medio de las dificultades y la oposición que encontrarían; mansos y humildes aún en medio de las pruebas y del rechazo que inevitablemente encontrarán. La segunda cosa que encontramos es la confianza y la FE que les pide tener: "No lleven monedero, ni bolsa ni sandalias". Si Cristo los está enviando, Cristo será quien les provea; Él velará para que nada les falte.
La tercera cosa es que les pide premura; hay necesidad de que la gente sepa que viene el Salvador, que viene quien traerá sanidad a sus vidas, por eso les dice:"No se detengan a saludar a nadie por el camino", como si les dijera que no pierdan el tiempo, que hay urgencia de anunciar las buenas nuevas, de sanar a los enfermos...
Hoy nosotros también somos los enviados, hoy debemos anunciar que el reino de Dios está cerca, hoy debemos ser sanadores de parte de Cristo, debemos ir como corderos en medio de lobos, debemos ir confiando en el Señor como nuestro proveedor de todo cuanto necesitamos para seguir siendo sus enviados, sus escogidos, sus anunciadores, corderos de su rebaño. Digamos este día como el profeta Isaías 6:8: "Aquí estoy Señor, eviame a mi". Recordemos la palabras de Cristo cuando nos dice este día en el versículo 16: "El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió"; sigamos pues con humildad y perseverancia el camino al cual fuimos escogidos, la misión que se nos encargó de Cristo mismo, hagámoslo con la esperanza maravillosa de que nuestros nombres estarán escritos en el cielo.
Dios nos bendiga y nos de fuerza y valor para continuar en su envío.
Un abrazo
OREMOS
Oh Dios, tú nos has enseñado a guardar tus mandamientos amándote a ti y a nuestro prójimo: Danos la gracia de tu Espíritu Santo para que nos consagremos a ti de todo corazón, y nos unamos unos a otros con afecto puro; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén
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