REFLEXIÓN
Cristo nuestro Señor nos está pidiendo una prueba del amor que le tenemos; nos está pidiendo que le demostremos ese amor con la obediencia, por eso, claramente nos dice hoy en el versículo 23:
"El que me ama, obedecerá mi Palabra..."
La obediencia a Él es la única manera de demostrarle nuestro amor, más que decirle con palabras debemos decírselo con nuestras acciones, con nuestra disposición a la obediencia de sus mandamientos. Además al obedecerlo tendremos una gran recompensa, una maravillosa recompensa que Él mismo nos la dice en su evangelio de hoy, si obedecemos a Cristo, Dios el Padre nos amará también y lo más hermoso de todo, Cristo vivirá dentro de nosotros. Leamos con cuidado y gozo éste versículo nuevamente:
"El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará,
y haremos nuestra vivienda en él.
El que no me ama, no obedece mis palabras".
Demostremos siempre nuestro amor a Cristo y recordemos que cada vez que desobedecemos le estamos diciendo que no lo amamos, la obediencia es nuestra gran demostración del amor que le tenemos. Permanezcamos siempre fieles a nuestro Señor en obediencia y recordemos la maravillosa promesa que Él mismo nos hace en su Santa Palabra, lean conmigo lo que nos dice en San Juan 15:7
"Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes,
pidan lo que quieran, y se les concederá"
Qué hermosa recompensa que nos ofrece el Señor, no la despreciemos; hagámonos cristianos obedientes de su Palabra, dejemos que el Espíritu Santo nos ayude a obedecer, venzamos las pruebas que se nos presenten en la vida y busquemos en todo momento glorificar al Padre con nuestras acciones. Que el Señor nos acompañe y que viva dentro de nosotros siempre.
OREMOS
Oh Dios, tú has preparado para los que te aman cosas tan buenas que sobrepasan nuestro entendimiento: Infunde en nuestros corazones tal amor hacia ti, que, amándote en todo y sobre todas las cosas, obtengamos tus promesas, que exceden todo lo que podamos anhelar; por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Hoy te pedimos de manera especial por los enfermos que amamos, por aquellos que están postrados en la cama de un hospital y claman a ti en su corazón, visítalos buen Señor y tócalos con tu mano bendita.
Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.
Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén.