Nunca dejaremos de asombrarnos de la profunda enseñanza que el evangelio trae para nosotros cada domingo, cada día que estemos dispuestos a sentirlo y a guardar en el corazón sus enseñanzas.
Esta semana tenemos la historia de cómo Cristo nuestro Señor fue al río Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista; la primera pregunta que se nos viene a la mente es por qué tendría que ser bautizado alguien tan inocente y puro como Jesús. Él mismo nos da parte de la respuesta del por qué, en el versículo 15: "Por obediencia". Pero además de la obediencia, está la gran humildad de nuestro Señor de someterse al lavado del bautismo siendo limpio y bueno, sin haber cometido pecado jamás. Cristo nos da ejemplo de humildad y de obediencia, nos enseña que Él, aún siendo puro, recibió el bautismo para darnos ejemplo de la necesidad de ser lavados de nuestros pecados, de la necesidad de obediencia al mandato divino, como dijo nuestro Señor claramente a Juan: "Nos conviene a ti y a mi cumplir con lo que es justo". Estas palabras salidas de los labios del Señor deben ser para todos nosotros hoy: "Nos conviene cumplir con lo que es justo" sólo así seremos mejores, seremos buenas personas, buenos cristianos; sólo así evitaremos lastimar, herir, dividir, separar o dañar, nos conviene a todos cumplir con lo que es justo, ¡qué sabias palabras!.
Otro suceso que vale la pena tomar en cuenta en el evangelio de hoy es la actitud de Juan el Bautista al decirle al Señor "Tú vienes a mí para ser bautizado, pero soy yo el que necesita ser bautizado por Ti"; todos debemos sentir la misma necesidad de Juan el Bautista, la necesidad de ser bautizados por Jesús mismo, la necesidad de ser lavados por Él, de ser limpiados de nuestras faltas, la necesidad de recibir su Espíritu Santo que nos transforme.
Cuando nuestro Señor recibió el bautismo, al subir del agua, se abrió el cielo y desde allí bajó el Espíritu Santo para posarse sobre Jesús y desde el cielo se oyó la voz del Padre que mostraba su complacencia con el Hijo amado, con el Hijo obediente, las palabras de Dios sean para nosotros hoy y siempre, que nuestra obediencia al Padre abra el cielo para que todos nosotros podamos escuchar la voz de Dios que nos diga como le dijo a su querido Hijo: "Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido por Él". Cristo alegró el corazón de Dios con su obediencia y lo mismo podemos hacer nosotros hoy, mañana y siempre, tomemos el maravilloso ejemplo de Cristo que aún siendo puro se sometió al lavado del bautismo por nosotros antes de comenzar su hermoso ministerio.
Que hoy se abra el cielo para ti, para mi, para todos los que amamos; que el Espíritu Santo también descienda sobre nosotros y nos haga mejores personas.
Un abrazo.
OREMOS
Padre celestial, que en el bautismo de Jesús en el Río Jordán, le proclamaste tu Hijo amado y le ungiste con el Espíritu Santo: Concede que todos los que son bautizados en su Nombre, guarden el pacto que han hecho, y valerosamente le confiesen como Señor y Salvador; quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina, un solo Dios, en gloria eterna. Amén.
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