Una vez más nuestro Señor nos enseña las actitudes correctas de un buen cristiano. En el evangelio de hoy Jesús acompañado de tres de sus discípulos subió a una montaña para orar; es muy seguro que ellos lo vieron y seguramente vieron también la reverencia y el amor con el que oraba a su Padre en el cielo. Orar constantemente debe ser nuestro deseo, buscar un lugar que nos acerque al cielo y dar testimonio a los demás; esa debe ser una cualidad en todo cristiano. La oración constante nos acerca a Dios, nos aleja de los peligros y tentaciones, hasta nos transforma, nos transfigura como ocurrió con nuestro Señor en la montaña.
Dice el Salmo 145:18 que Dios está cerca de quienes lo invocan, la oración es una buena forma de andar con Dios, de recibir su Espíritu Santo, de transformar nuestras vidas para bien, para mejor. Que la oración de ayer, hoy y de cada día nos transforme para la gloria de Dios.
En el relato del evangelio vemos que Moisés y Elías se le aparecieron al Señor, uno es el que representa la ley divina y otro el que representa a los profetas, aquellos que anuncian y proclaman al Señor. Dos cosas que en nuestra transformación constante como cristianos deben estar presentes en nuestras vidas: La ley de Dios y el deseo de ser profetas en éste tiempo para anunciar a todos la salvación del Señor.
Que las palabras del Padre celestial dichas a su amado Hijo Jesucristo sean para nosotros este día, esas palabras del cielo nos animan a la obediencia:
"Éste es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo"
(versículo 35)
Escuchemos entonces al Cristo, al Salvador del mundo, a nuestro buen y dulce Señor; vayamos a Él en oración constante recordando siempre la Ley y los Profetas.
Dios nos bendiga
Un abrazo
OREMOS
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.
santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.
Omnipotente Dios, cuyo bendito Hijo fue llevado por el Espíritu para ser tentado por Satanás: Apresúrate a socorrer a los que somos atacados por múltiples tentaciones; y así como tú conoces las flaquezas de cada uno de nosotros, haz que cada uno te halle poderoso para salvar; por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.
Que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos ustedes, hoy y siempre+. Amén.
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