Introducción.- No olviden tener su Biblia a la mano, en un lugar y momento tranquilo, leamos juntos el evangelio antes de ir a la reflexión, hagámoslo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo+. Amén.
REFLEXIÓN
Como cada domingo, hay tanto que aprender, valorar y aplicar a nuestras vidas... seguramente por esa misma razón en aquel tiempo había una "gran multitud" dispuesta a escuchar al Señor. Todos iban con la esperanza de ser sanados de alguna dolencia, de ser liberados; muchos procuraban tocarlo, sentirlo, estar cerca de Él. Dice el evangelio que incluso algunos vinieron de muy lejos para oírlo.
Es muy seguro que en nuestro tiempo también ocurre lo mismo, todos vamos a Jesús con esperanza, todos vamos a Él para que muestre su compasión en nuestras vidas, para calmar nuestras preocupaciones y aliviar nuestras cargas, hoy también queremos sentirlo como lo estamos haciendo ahora al leer su poderosa palabra, al recordar su infinita misericordia y su gran amor por todas sus criaturas. Hoy queremos contemplarlo, sentir ese poder que sale de Él (versículo 19) para ser sanados y por eso estamos en su presencia con gratitud, esperanza y fe.
Dice el evangelio que Jesús dirigió la mirada a sus discípulos y les dijo: "Bienaventurados", "Dichosos"; hoy nosotros queremos también que el Señor dirija su mirada a nuestras vidas, hoy queremos ser bienaventurados, ser dichosos, y eso es algo que sólo lo vamos a lograr mediante nuestra fe, mediante nuestra absoluta confianza en Cristo nuestro Señor.
Para Jesús son dichosos los pobres, los que pasan hambre, los que sufren injusticias, porque Él les ha otorgado su reino. Qué hermosa recompensa para todos aquellos que carecen en este mundo de los bienes materiales, para aquellos que les falta comida pero que sin embargo tienen a Dios en su corazón como la mayor de las riquezas, como el Pan de Vida.
Para el Señor son dichosos los que lloran, son dichosos aquellos que han sido despreciados por otros; Cristo es nuestro amoroso consuelo en medio de nuestras lágrimas; Cristo es nuestro juez misericordioso, no importa si los demás nos han despreciado, si nos han juzgado sin misericordia... nuestro Señor nos ama y nos pide alegrarnos ofreciéndonos una recompensa en el cielo. Muchos siervos de Dios también fueron despreciados, Cristo mismo fue acusado cuando mostró misericordia por encima de reglas establecidas por hombres. Que el amor y la justicia nos acompañen siempre, aunque muchas veces vemos tanta injusticia. Guardemos la fe profunda por nuestro Señor en el corazón y sigamos su gran ejemplo de no cesar en la predicación en obra y palabra todos los días de nuestra vida. Seamos Bienaventurados y Dichosos sólo en su presencia.
Un abrazo
OREMOS
A ti, como Dios, te alabamos;
a ti, Señor, te reconocemos;
a ti, eterno Padre, te venera toda la tierra.
Los ángeles todos, los cielos y todas
las potestades te honran;
los querubines y serafines te cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
la brillante muchedumbre de los mártires.
A ti te glorifica la santa Iglesia por todo el orbe;
A ti, Padre de majestad inmensa,
a tu adorable, verdadero y único Hijo,
también al Espíritu Santo, el Paráclito.
Tú eres el Rey de la gloria, oh Cristo;
tú eres el Hijo único del Padre;
tú, al hacerte hombre para salvarnos,
no desdeñaste el seno de la Virgen.
Tú, quebrantando el aguijón de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú estás sentado a la derecha del Padre.
Creemos que un día has de venir como juez.
Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos contemos entre tus santos.
a ti, Señor, te reconocemos;
a ti, eterno Padre, te venera toda la tierra.
Los ángeles todos, los cielos y todas
las potestades te honran;
los querubines y serafines te cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
la brillante muchedumbre de los mártires.
A ti te glorifica la santa Iglesia por todo el orbe;
A ti, Padre de majestad inmensa,
a tu adorable, verdadero y único Hijo,
también al Espíritu Santo, el Paráclito.
Tú eres el Rey de la gloria, oh Cristo;
tú eres el Hijo único del Padre;
tú, al hacerte hombre para salvarnos,
no desdeñaste el seno de la Virgen.
Tú, quebrantando el aguijón de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú estás sentado a la derecha del Padre.
Creemos que un día has de venir como juez.
Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos contemos entre tus santos.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo:
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Oh Dios, fortaleza de los que ponen su confianza en ti: Acepta con misericordia nuestras súplicas, y puesto que, por nuestra flaqueza, no podemos hacer nada bueno sin ti, danos el auxilio de tu gracia; para que, al guardar tus mandamientos, te agrademos, tanto de voluntad como de hecho; por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre cada uno de ustedes hoy y siempre+. Amén.
Un abrazo de Paz
+Juan Carlos Revilla
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