domingo, 11 de noviembre de 2018

Domingo 11 de noviembre San Marcos 12:38-44

REFLEXIÓN
Algo que tenemos que tener siempre presente, es que cuando se comete un pecado, quienes resultan afectados, heridos o lastimados son otras personas, muchas veces quien ha cometido el pecado lo hace pensando en si mismo, impulsado por su propio orgullo, sus deseos egoístas y su mal corazón, nuestro Señor Jesús lo explica en San Mateo 15:11. El orgullo, por ejemplo, es un terrible pecado "capital" que lleva a las personas a actuar muy mal, lleva al desprecio de los demás... 
El evangelio de este día nos pide tener cuidado, Jesús mismo lo dice: "Tengan cuidado"; con éstas palabras inicia su enseñanza; veamos juntos de qué debemos tener cuidado.

Nuestro Señor menciona a los maestros de la ley; hay que recordar que en aquel tiempo eran personas que conocían perfectamente de las escrituras, que enseñaban la Palabra de Dios, pero que lamentablemente la olvidaban, la dejaban de lado en la acción; eso es algo que nosotros no debemos hacer jamás, de ninguna manera; éstos maestros de la ley tenían defectos terribles que llevaban a lastimar a los demás, por esa razón nuestro Señor los pone de ejemplo y nos pide tener cuidado de cometer los mismos errores, veamos cuáles.
Primero, la ostentación. Este es un defecto terrible que consiste en exhibir algo que se tiene con vanidad y presunción, la ostentación busca opacar a los demás, no sólo por medio de las cosas materiales que podamos tener, algunas personas son ostentosas  por un cargo o autoridad que se les da y piensan que lo que tienen o lo que son es para ponerse por encima de los demás;  quienes actúan así olvidan que todas las cosas, que todo lo que poseen pertenece a Dios, gran defecto que está lejos de la cristiandad.
Segundo, la fama. Hay quienes se sienten superiores cuando todos los reconocen o los saludan en las calles, les hacen pensar que son mejores que otros; terrible defecto que viene envuelto en el orgullo negativo.
Tercero, buscar los primeros lugares en todo. No olvidemos que el primero, no siempre es el mejor. Para nuestro Señor es al revés: Los últimos serán los primeros. Hay quienes buscan ser los primeros para que otros los vean, para ser reconocidos, para que se diga que es el mejor; eso no debe ser así.
Cuarto, tomar lo que no nos pertenece y peor si es de alguien indefenso. 
Quinto, rezar para que los demás nos vean, hacer plegarias para que digan que eres un buen cristiano; terrible pecado. Nuestro Señor nos enseñó hace poco: "Esta gente me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mi". Cuidado con quienes actúan así, tengan cuidado; esas plegarias no llegarán al cielo.
De manera clara y contundente nos dice nuestro Señor que quienes actúan así recibirán el peor castigo; así que si alguien tiene alguno de éstos defectos, oremos para que reconozca su falta y se arrepienta, para que deje de lastimar a otros y se vuelva al Señor. Cuidémonos entonces de personas así.

En la segunda parte, nuestro Señor nos enseña sobre la ofrenda sincera, sobre el dar a los demás con el corazón; sobre todo a los pobres, a ellos no debemos dar de lo que nos sobra, debemos darles con el corazón; en otra ocasión  veremos este aspecto con mayor amplitud. Por ahora no olvidemos que todo lo que damos a los pobres, le estamos dando al mismo Cristo, nuestro Señor.

Dios nos bendiga.

OREMOS
Oh Dios, cuyo bendito Hijo vino al mundo para destruir las obras de Satanás y hacernos hijos de Dios y herederos de la vida eterna: Concede que, teniendo esta esperanza, nos purifiquemos así como Él es puro; para que, cuando vuelva con poder y gran gloria, seamos hechos a su semejanza en su glorioso y eterno reino; donde contigo y el Espíritu Santo, vive y reina, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos nosotros ahora y siempre+. Amén.

Un abrazo


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