Los fariseos sabían perfectamente lo que había sucedido con Juan el Bautista por haber denunciado el adulterio de Herodes y sabiendo lo que sucedió se acercaron a Jesús nuestro Señor para ponerlo a prueba, ellos tenían una mala intención con Él, sabían que podrían ponerlo en contra de las autoridades con la pregunta que le hicieron; pero dejando de lado la mala intención de éstos hombres, vayamos a la enseñanza de nuestro buen Señor al respecto. En este mundo siempre vamos a encontrar gente con malas intenciones que buscan oportunidades para hacer quedar mal a su prójimo, pero en medio de todo, Dios nos muestra su sabiduría y voluntad.
La pregunta que le hicieron al Señor es buena (aunque fue hecha con muy mala intención):"¿Está permitido que un hombre se divorcie de su esposa?". Nuestro Señor en su sabiduría les responde correctamente, es como si con su repuesta les hubiera dicho que repasen la ley de Dios dada por Moisés a los hombres; pero además nuestro Señor les recuerda lo que Dios hizo desde el principio con el hombre y la mujer unidos por Él: Un solo ser.
Hoy en día existen muchos divorcios, lamentablemente son cada vez más comunes y ésto sucede porque las personas no sabemos diferenciar entre la intención de Dios y la nuestra, entre su santa voluntad y nuestros deseos. Todo lo que hagamos, desde el enamoramiento hasta el matrimonio, debe estar vivido siempre bajo la mirada de Dios, se debe buscar en todo momento su bendición, debemos preguntarnos con profunda reflexión si lo que buscamos y hacemos tiene su aprobación, no hay que olvidar que Él es nuestro Padre y siempre querrá lo mejor para nosotros; busquemos siempre la voluntad de Dios. Lo que Dios quiere siempre, siempre es bueno, agradable y perfecto.
Los casados y casadas, deben ver a sus parejas como alguien que Dios puso en sus vidas, así que ya no son dos, sino uno. El Señor quiere la unidad de la pareja en el matrimonio y si haz llegado a ser esposo o esposa con la bendición de Dios, siempre debemos recordar las palabras de Jesús: "lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre".
En la segunda parte del evangelio de hoy, vemos cómo algunos de los discípulos reprendían a quienes le llevaban a los niños para bendecirlos, podemos ver que el Señor se indignó y dijo claramente: "Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos..."
"El reino de Dios es de quienes son como ellos", inocentes, libres de culpa alguna, sinceros, siempre veraces... la lista buena de las cualidades de un niño podría seguir. Cristo nuestro Señor quiere que seamos como los niños para poder acceder a su reino, para merecer ese privilegio maravilloso; debemos entonces procurar cada día mantener esa pureza de corazón aferrados a su Palabra y a su Espíritu Santo que nos santifica día a día. Debemos saber diferenciar entre nuestras intenciones humanas y la buena voluntad de Dios en toda etapa de nuestras vidas, como hijos, como padres, como amigos, como hermanos y como esposos.
Que Dios nos bendiga como lo hizo con aquellos niños, que bendiga nuestra inocencia y nuestras vidas; en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén+
OREMOS
Dios todopoderoso y eterno, siempre estás más dispuesto a escuchar nuestras oraciones, y a dar más de lo que deseamos o merecemos: vierte sobre nosotros la abundancia de tu misericordia, perdona aquellas cosas en las que te fallamos y danos esas cosas buenas por las que no somos dignos de pedir, excepto a través de los méritos y la mediación de Jesucristo nuestro Salvador; quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Dios Todopoderoso, nuestro Padre celestial, que conviertes a las personas solitarias en las familias: Encomendamos a tu cuidado continuo los hogares en los que viven las familias. Aleja de ellos, te rogamos, toda raíz de amargura, el deseo de vanagloria y el orgullo de la vida. Llénalos de fe, virtud, conocimiento, templanza, paciencia y piedad. Tenlos en constante afecto a aquellos que en el matrimonio, han sido hechos una sola carne.
Lleva los corazones de los padres a los niños, y los corazones de los niños a los padres; y enciende la ferviente caridad entre todos nosotros, para que podamos ser siempre amables los unos con los otros; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
En este día especial del Señor.
Que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos ustedes hoy y siempre. Amén.
Un abrazo
+Juan Carlos
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