domingo, 2 de septiembre de 2018

Domingo 2 de setiembre San Marcos 7:1-8, 14-15, 21-23

REFLEXIÓN
Amar a alguien sólo con palabras no es un verdadero amor, si amamos así nunca habrán  sentimientos correctos y sinceros; no se puede amar de esa manera, no se debe amar así: Eso no es amor. Lamentablemente hay personas que con sus palabras dicen muchas cosas que suenan correctas, bonitas, amorosas; pero que están lejos de la sinceridad, sus actitudes demuestran  lo contrario. 
Nuestro Señor nos recuerda en el evangelio de ésta semana que existen personas así:

"Este pueblo me honra con los labios; pero su corazón está lejos de mí. En vano me adorar..."
                                                                                                                                                                         Mateo 7:6

No sirve para nada amar a nuestro prójimo solamente con palabras, menos a Dios quien se merece un amor sincero, honesto y limpio; un amor lejos de la mentira, del engaño y de la hipocresía. El amor debe ser bondadoso, paciente, sin orgullo, sin enojos, sin egoísmos, sin envidia, sin rencores, debe disculparlo TODO, soportarlo todo (1 Corintios 13:4-7).

Debemos amar como Dios quiere que amemos, no debemos amar según nuestro criterio o según las tradiciones o costumbres humanas; como dice la escritura, no debemos desechar los mandamientos divinos y dejarnos llevar por lo que dicen los demás (versículo 8). Todas nuestras acciones deben salir de un corazón sincero, limpio, puro. Cristo nos pide entender eso:

"Nada de lo viene de afuera puede contaminar a una persona. Más bien, lo que sale de la persona es lo que la contamina. Porque de adentro, del corazón humano salen los malos pensamientos..."

Cuidemos entonces nuestro corazón, nuestros sentimientos. Depuremos todo lo malo que pueda llevarnos a la hipocresía, al daño de los demás. Actuemos siempre, en todo momento y circunstancia conforme a lo que Dios manda, mentimos al decir que amamos a Dios a quien no vemos, si no amamos al hermano a quien sí vemos, no pongamos nuestros criterios humanos imperfectos sobre los criterios de Dios. Así evitaremos lastimar, herir, dañar, dividir, menguar. 

Que todo lo que digamos sea bueno, correcto, bondadoso, sincero; pero que vaya en armonía con lo que hacemos. No olvidemos que nuestras palabras hablan, pero que nuestras actitudes gritan. Decimos mucho más con acciones que con palabras.

Como dice Santiago 1:21, despojémonos de toda inmundicia y de la maldad que tanto abunda, no disfracemos con palabras bonitas propósitos malos y egoístas, no causemos dolor en el corazón de Dios y de nuestros hermanos.

Hoy la carta de Santiago 1:22 dice claramente:
"No se contenten sólo con escuchar la Palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica".

Que Dios nos bendiga, nos proteja y guarde nuestro corazón de todo mal.

OREMOS
Señor de todo poder y fortaleza, autor y dador de todo bien: Injerta en nuestros corazones el amor a tu Nombre, acrecienta en nosotros la verdadera religión, nútrenos con toda bondad, y produce en nosotros los frutos de buenas obras; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Dios, Rey eterno, que con tu luz separas el día de la noche, y transformas en claridad la sombra de muerte: Arroja de nosotros todo mal deseo, inclina nuestro corazón a guardar tu ley, y guía nuestros pasos por el sendero de la paz; para que, al hacer con gusto tu voluntad durante el día, nos alegre darte gracias cuando llegue la noche; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén.





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