domingo, 22 de abril de 2018

Domingo 22 de abril: San Juan 10:11-18

REFLEXIÓN
Las primeras palabras de Jesús hoy son para recordarnos su bondad en la guía de nuestras vidas, su bondad al cuidarnos cada día, al llevarnos por buenos caminos, su bondad al levantarnos cuando sufrimos caídas... su bondad al perdonar nuestros pecados, nuestras equivocaciones. Él nos dice claramente con amor y bondad hoy y cada día: "Yo soy el buen Pastor".
Realmente el "Buen Pastor" es amoroso, bueno, bondadoso y misericordioso. Éstas son las cualidades primordiales del buen pastor, de aquel que acompaña a la oveja en su camino; del que jamás abandona, si la oveja se equivoca de camino la llama por su nombre, si es necesario, la levanta y la trae de nuevo al rebaño, no la abandona ni la separa de las demás, el buen pastor mantiene unido el rebaño. 
Dice la escritura de hoy que quien no es buen pastor, sino un asalariado, cuando las cosas están mal, abandona las ovejas, entonces el rebaño es atacado por el mal y luego se dispersa (San Juan 10:12-13); no le importan las ovejas. 
Hoy damos gracias a Dios porque nos dio un Buen Pastor, alguien que jamás nos abandona, que estará siempre dispuesto a guiarnos en bondad, amor y misericordia. Nuestro Buen Pastor, es Jesús. A nosotros nos toca aprender de Él, nos toca guiar, acompañar, aconsejar, mostrar bondad con el hermano, no alejarnos de quien se equivoca, sino más bien acompañarlo con compasión, llevarlo de la mano con amabilidad y paciencia, la misma paciencia que mostró el Señor con nosotros. Hagamos que las cualidades del Buen Pastor estén en nuestro corazón y nos acompañen todos los días de nuestra vida, hagamos que las personas sean ovejas que escuchen la voz de Dios, hagamos que el rebaño crezca para la gloria de nuestro Señor y para el bien del evangelio; demos un testimonio Santo para el bien de la Iglesia de Cristo.
Que Dios nos acompañe, que Cristo sea siempre nuestro buen Pastor y que su maravilloso Espíritu nos guíe en hacer siempre lo bueno y bondadoso. Un abrazo.

OREMOS
Señor, abre nuestros labios.
Y nuestra boca proclamará tu alabanza.


Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Señor, muéstranos tu misericordia;
Y concédenos tu salvación.
Reviste a tus ministros de justicia;
Que cante tu pueblo de júbilo.
Establece, Señor, la paz en todo el mundo;
Porque sólo en ti vivimos seguros.
Protege, Señor, a esta nación;
Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.
Que se conozcan en la tierra tus caminos;
Y entre los pueblos tu salvación.
Señor, que no se olvide a los necesitados;
Ni se arranque la esperanza a los pobres.
Señor, crea en nosotros un corazón limpio;
Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Oh Dios, cuyo Hijo Jesús es el buen pastor de tu pueblo: Concede que, al escuchar su voz, reconozcamos a aquél que llama a cada uno de nosotros por su nombre, y le sigamos a donde nos guíe; quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 


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