REFLEXIÓN
Este día recordamos el glorioso momento en que nuestro Señor Jesucristo subió a lo alto de un monte, como para estar más cerca del cielo, más cerca del Padre; Él estuvo acompañado de tres de sus discípulos (Pedro, Juan y Jacobo) y es en presencia de ellos que se le presentaron Moisés y Elías y nuestro Señor resplandeció tan blanco que su aspecto cambió, se transfiguró y envuelto en una nube se pudo escuchar la voz misma de Dios que dijo: "Este es mi hijo amado, escúchenlo".
Hoy celebramos y recordamos ese suceso tan magnífico y glorioso, hoy aceptamos la gloria de nuestro Señor y también escuchamos la voz de Dios que nos invita a escuchar y a obedecer a Cristo, nuestro Salvador. Nosotros también estamos llamados a cambiar, no sólo de apariencia, sino de corazón, para que desde nuestro interior brote la presencia de Dios en las vidas de todos los que nos rodean.
OREMOS
Oh Dios, que en el santo monte revelaste ante testigos escogidos a tu muy amado Hijo, maravillosamente transfigurado, con vestiduras blancas y resplandecientes:
Concede, en tu misericordia, que, librados de la inquietud de este mundo, contemplemos por fe al Rey en toda su hermosura; quien contigo, oh Padre, y contigo, oh Espíritu Santo, vive y reina, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Concede, en tu misericordia, que, librados de la inquietud de este mundo, contemplemos por fe al Rey en toda su hermosura; quien contigo, oh Padre, y contigo, oh Espíritu Santo, vive y reina, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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