Hoy celebramos una fiesta muy significativa en la Iglesia del Señor, fiesta que nos lleva a la reflexión y al valor tan profundo de su mensaje para nosotros hoy: "La Presentación de Nuestro Señor Jesucristo" en el templo ante su Padre, nuestro Padre. Algunos la conocen como la fiesta de la "Purificación" y otros como "La Candelaria".
Les pido como siempre leer por lo menos unas dos veces el evangelio para así poder entenderlo, sentirlo, vivirlo y guardar sus enseñanzas en el corazón.
La primera lección que encontramos está en la obediencia; la obediencia de José y María al cumplir con lo que la ley del Señor pide: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor"; así lo pide Dios y así lo hicieron, llevaron al niño prometido al templo sabiendo que por sobre todo ese niño es hijo de Dios.
Hoy todos los padres debemos aprender de la obediencia de José y María, debemos también presentar a nuestros hijos ante Dios, llevarlos al templo para ofrecerlos, para que sean vistos desde el cielo y bendecidos por su creador, debemos recordar que nuestros hijos, son primero hijos de Dios. Debemos presentarnos cada día ante Él, ofrecernos y entregarnos a su luz. Que cada mañana al comenzar nuestros días vivamos una presentación, consagrémonos para el Señor y así tendremos momentos de paz y de quietud en el corazón. Presentemos al Señor todo lo que tenemos, todo lo que anhelamos y esperemos con fe su bendición.
Cuenta el evangelio que en Jerusalén había un hombre santo llamado Simeón, éste hombre era justo, devoto, lleno fe y lleno del Espíritu Santo; a pesar de sus años, él sabía en su corazón que no moriría sin antes haber visto al Salvador del mundo, su enorme fe le daba esa esperanza.
Tengamos la misma esperanza de Simeón, aprendamos de él viviendo en justicia, con devoción, avivando nuestra fe cada día y teniendo el Espíritu Santo en el corazón; eso lo podemos lograr con la ayuda de Dios y al igual que Simeón, algún día veremos el rostro de Jesús, lo tomaremos en los brazos y quizás digamos las mismas palabras que él dijo cuando tuvo al Salvador en sus brazos: "Oh Dios, ya puedes despedir a tu siervo en paz, porque mis ojos han visto tu salvación".
Simeón reconoció en Jesús la luz de las naciones y la gloria de los pueblos, eso es Cristo para el mundo, eso debe ser Cristo para todos nosotros hoy y siempre.
Que hagamos de cada día nuestra presentación, que mediante la oración diaria podamos presentarnos ante Dios para ser aceptados por Él, para tener una vida llena de justicia y libre de pecados.
Que el Señor nos bendiga a todos y nos reciba a todos.
Un abrazo
OREMOS
Danos gracia, Señor, para responder prestamente al llamamiento de nuestro Salvador Jesucristo y proclamar las Buenas Nuevas de su salvación a todos los pueblos; para que nosotros, y todo el mundo, percibamos la gloria de sus obras maravillosas; quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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