Hoy iniciamos un tiempo muy especial de cuarenta días, que nos regala la Iglesia para orar, meditar y lograr liberar nuestro espíritu en las manos de Dios. Hoy comienza nuestra CUARESMA y todos buscamos recordar que somos polvo y que al polvo volveremos.
Busca ser marcado en la frente con la cruz de la ceniza que nos recuerda nuestra fragilidad humana, presenta tu corazón arrepentido ante Dios, con lamentos de las cosas que no supimos hacer, con lamentos de las cosas que pudiendo haberlas hecho, no las hicimos.
En este tiempo estamos llamados a tomar conciencia de nuestra fragilidad, para así poder pedir la fortaleza divina que nos lleve a ser mejores personas, mejores cristianos; este es el buen tiempo de conversión, el buen tiempo del perdón, el buen tiempo de la oración sincera que nos hará más piadosos con los demás.
OREMOS
Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.
Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna+. Amén.
Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna+. Amén.
Dios todopoderoso y eterno, tú no aborreces nada de lo que has creado, y perdonas los pecados de todos los penitentes: Crea y forma en nosotros, corazones nuevos y contritos, para que, lamentando debidamente nuestros pecados y reconociendo nuestra miseria, obtengamos de ti, Dios de toda misericordia, perfecta remisión y perdón; mediante Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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