¡Es verdad! El Señor ha resucitado. ¡Aleluya!
REFLEXIÓN
El evangelio nos cuenta de mujeres que amaban al Señor, mujeres que fueron testigos y que sintieron profundamente la humillación, el padecimiento, la ofensa y el dolor terrible que tuvo que soportar nuestro Señor Jesús hasta su muerte; esas mujeres fueron el primer día de la semana, muy temprano, con valentía, gratitud y amor a la tumba de su Señor llevando especias aromáticas que ellas mismas prepararon, su intención era honrar a su Señor, mostrar respeto y reverencia por su cuerpo y ungirlo con fragancias dignas de un rey. Las mujeres, fueron movidas por sentimientos dignos de un corazón lleno de fe, agradecimiento y amor por ese Cristo que les cambió la vida para siempre, ellas sabían donde encontrar su cuerpo y fueron para honrarlo.
Todos nosotros hemos recordado en la Semana Santa lo que Cristo, nuestro Señor ha vivido, soportado y sufrido por nuestra causa, por causa de nuestros pecados, todos somos conscientes que entregó su vida por nuestra vida, para que podamos vencer el pecado, triunfar sobre la muerte, ser buenos y mejores personas; todos al igual que aquellas mujeres, debemos mostrar gratitud y reverencia por Él, si las mujeres supieron dónde buscar a su Señor, nosotros también lo sabemos hoy, ahora; busquemos a Cristo en cada Eucaristía, en su Santa Palabra, en la oración, en una Iglesia Santa y llena de bondad, en la hermandad sincera y honesta; busquemos a Cristo en el necesitado, en el huérfano, en todo aquel que nos necesite. Vayamos a Cristo cada momento, cada mañana, muy temprano en oración. Vayamos a Cristo para ungirlo con nuestras acciones, y con la fragancia de ser buenos cristianos, fieles a Él y a su enseñanza; San Pablo dice claramente en 2 Corintios 2:15 que nosotros somos la fragancia para Cristo.
Continuando con la enseñanza del Santo Evangelio, vemos que las mujeres al llegar, se dieron cuenta que la piedra que cubría la tumba había sido quitada y al entrar no hallaron el cuerpo de su Señor, en medio de su incertidumbre, se les presentaron dos ángeles de Dios. Ellas, con temor y el rostro en el suelo ante su presencia escucharon la voz de éstos enviados del cielo que les recordaron lo que ellas habían olvidado, Cristo mismo les dijo que Él vencería la muerte, que Él resucitaría al tercer día. Las mujeres recordaron ésas palabras y reafirmaron su fe en el Señor y fueron a dar testimonio de todo lo que vivieron ése día en su corazón. Las mujeres se convirtieron en las primeras personas en anunciar la evidente resurrección de Cristo, su triunfo, el cumplimiento de Su Palabra y su gran victoria sobre la muerte.
A nosotros nos toca no olvidar nunca cada promesa del Señor, a nosotros nos toca, anunciar a los demás que Cristo ha resucitado, nos toca también recordar al mundo todo lo que soportó por nuestra causa y por causa de nuestros pecados, nos toca recordar que la muerte ya no existe, que ha sido vencida y que su victoria también es nuestra victoria por AMOR.
Que Dios nos haga buenos discípulos, inmensamente agradecidos, anunciadores de la verdad, de todo lo bueno que sólo puede venir de un corazón sincero, que Dios nos permita esparcir ésa fragancia de su aroma de bondad a todo ser humano, especialmente a los necesitados. Un abrazo. Felices Pascuas.
OREMOS
Dios omnipotente y eterno, en tu tierno amor hacia el género humano, enviaste a tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo para asumir nuestra naturaleza, y padecer muerte en la cruz, mostrándonos ejemplo de su gran humildad: Concédenos, en tu misericordia, que caminemos por el sendero de su padecimiento y participemos también en su resurrección; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén
Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén.
Demos gracias a Dios.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén.
A ya :v ok
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